No es habitual que un discurso político o que una revista de análisis político se ocupen de un asunto como la belleza. Dentro del caos que han generado las ideologías parecería uno de nuestros menores problemas porque la opinión vulgar, alentada por las ideologías materialistas, tiende a identificar el arte y la búsqueda de la belleza como simples añadidos superfluos sobre el esqueleto de la civilización. Sin embargo una mirada recta que procure iluminar todas las realidades desde la fuerza del Evangelio tiene también la obligación de decir algo sobre el modo, la forma y el gusto de las cosas.
El hombre es un ser espiritual, algo más que un conjunto funcional de células materiales. Toda cultura humana, si quiere prosperar o dar frutos, necesita llenar de alguna forma esas tres grandes aspiraciones que desde los tiempos de los viejos filósofos griegos llamamos bien, verdad y belleza. Nunca será posible en este mundo alcanzar la plenitud en ninguna de ellas, pero mientras la Tierra siga girando habrá civilizaciones, momentos y lugares de la historia, que se acerquen o que se alejen de esa triple vocación. Nosotros sabemos que solo la Verdad revelada es capaz de enseñarnos qué es la bondad y qué la belleza más auténticas. Sabemos de hecho por experiencia que nuestros ideales políticos y sociales se inspiran en realizaciones históricas más verdaderas, mejores y más bellas que el mundo moderno. Momentos históricos como el de la vieja Cristiandad, que no miramos con la tristeza de quien añora lo perdido sino con la esperanza de quien está decidido a repetir lo posible. Por eso, lejos de abrazar ninguna corriente esteticista, sabiendo poner el concepto de belleza en su justo término, estamos convencidos de la íntima conexión que une a esas tres caras que tiene el plan de Dios. Dostoievsky, el gran escritor ruso, afirmó que “El hombre puede vivir sin ciencia, puede vivir sin pan, pero sin belleza no podría seguir viviendo, porque no habría nada más que hacer en el mundo. Todo el secreto está aquí, toda la historia está aquí”. Y es que la belleza es, al mismo tiempo, el resultado de las cosas bien hechas y el motor para querer hacerlas bien.
En este número de Ahora información incluimos, entre otros muchos, varios contenidos relacionados con la búsqueda de la belleza en campos diversos. Con ello recogemos, de alguna forma, el guante que han dejado las jornadas del Foro Alfonso Carlos que estaban previstas para el pasado mes de septiembre y que en esta ocasión no han podido celebrarse.