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14 de noviembre de 2017 0

Siete Requetés compartieron martirio con los claretianos de Sabadell

La persecución religiosa y la comunidad de Sabadell

Sabadell es una ciudad que dista 25 kilómetros de Barcelona, por lo cual todo lo que ocurría en Barcelona repercutía en ella.

El día 20 de julio de 1936 la masa de izquierdas comenzó a rondar iglesias y conventos de los religiosos que pedían protección a la Guardia Civil. Esta no pudo intervenir porque había recibido orden de no salir a la calle.  Al no encontrar seguridad, abandonaron sus residencias los Escolapios, los Claretianos, los Maristas, las Escolapias, las Hermanas de la Divina Pastora, las de la Sagrada Familia, las Carmelitas, las Josefinas y las Siervas de María y se refugiaron donde pudieron.

Al día siguiente comenzaron a arder las iglesias. Luego también saquearon e incendiaron otros centros religiosos, como los colegios, sin respetar ni un instrumento cultural. A estos izquierdistas les sobraba la cultura. La situación de indisciplina y desorden era común a todas las organizaciones que tenían sus grupos de destrucción. Cuando todas las iglesias habían ardido, el Comité ordenó que las milicias reprimieran todo pillaje. Un sarcasmo! Inmediatamente fueron objeto de pillaje los bienes de los políticos locales de derecha y otras personas.

La caza del hombre también tuvo lugar este día 21. Las principales víctimas fueron los sacerdotes y religiosos. El método casi siempre era el mismo, llamado consejo de cuneta. Unos cuatro hombres bien armados y la víctima iban en un coche por las carreteras y en un cierto punto paraban el auto, se animaban con coñac y disparaban todos a la vez a la cabeza y al tórax de la víctima y se marchaban enseguida. El total de víctimas fue de 74. Entre ellas hay 21 sacerdotes, 7 requetés, 4 del somatén y tres miembros del ayuntamiento. También se registran otras víctimas del clero, de católicos y de políticos asesinadas en diversos sitios, que los historiadores a veces ignoran o confunden.

El Comité de Milicias Antifascistas de Sabadell estaba formado por todas las fuerzas de izquierdas[1] y comenzó a funcionar el día 22. La primera decisión fue prohibir la circulación de una a cinco de la mañana a toda persona, excepto a los del Comité, sus acompañantes y los casos de fuerza mayor.

Comenzó a actuar el 8 de agosto. Y con ello comenzó el terror y la persecución religiosa. El Comité de Defensa decidió que «las venganzas, el odio, la malevolencia han de dejar paso a la acción justiciera de nuestra organización. Compañeros: basta de sembrar terror, queramos dignificar el movimiento revolucionario, demostrando confianza en nuestras organizaciones antifascistas. Contra el fascismo clerical y militar opongámonos con nuestra acción organizada en las milicias antifascistas». El Comité consideraba fautores del alzamiento a los curas, militares y burgueses. Esto como autojustificación y propaganda, pues sabían muy que no era así.

El ambiente de terror crecía día a día. Todo se decidía en el Comité de Presión. Contribuyeron a formar las listas negras los libreros que brindaron las direcciones de los subscriptores a periódicos de derechas.

 

La comunidad claretiana

La comunidad mártir de Sabadell en julio de 1936 estaba formada por los siguientes individuos:

  1. Mateo Casals Mas, Superior
  2. José María Nolla Gili, Consultor 1°
  3. José Reixach Reguer, Ministro
  4. Juan Torrents Figueras, Consultor 2°
  5. José Puig Bret
  6. Antonio Aguadé Masón
  7. José Parrilla Pamplona
  8. Pío Tamarit Piñol
  9. José Clavería Mas
  10. Juan Rafí Figuerola
  11. José Cardona Dalmases
  12. José Solé Maimó[2]

La persecución de 1936 no pilló desprevenidos a los Claretianos pues en octubre de 1934 ya tuvieron un ensayo porque fueron desalojados de la casa y tuvieron que buscar refugio en casas amigas. Para la siguiente ocasión ya se había señalado con antelación un refugio a cada uno. Algunos, como el Sr. Tañá, habían ido al convento a ofrecer a los Misioneros sus casas como refugio. Por eso la desbandada de la comunidad fue el 19 de julio.

El primero en partir ese día, a mediodía fue el P. Torrents, por sus dificultades personales, por estar casi ciego, con cierta antelación buscó refugio fuera de Sabadell en casa de parientes. Los demás salieron de casa por la tarde. Pero al día siguiente por la mañana volvieron a la casa para celebrar misa los Padres y comulgar los Hermanos. Hacia mediodía de ese día fue la retirada definitiva a los refugios señalados. La casa y la iglesia fueron saqueadas e incendiadas el día 21.

Al P. Reixach lo fusilaron el 25 de julio en plena calle, siendo sepultado en la fosa judicial de Sabadell, y a otros seis restantes, excepto el P. Torrents, los capturaron el día 4 de agosto. Todos estos fueron apresados en los domicilios donde se encontraban. Parece ser que se haría alguna lista de los refugios donde se encontraba cada uno para mantener cierto contacto. Lo más probable es que alguna cayó en manos de los revolucionarios de Sabadell y fueron sobre seguro a su captura. El encargado de las detenciones fue un tal Romans, quien con otros patrulleros fue pasando por los domicilios con las señas personales, sin exceptuar el cargo que cada uno desempeñaba en la comunidad.

En primer lugar fueron detenidos los HH. Juan Rafí y José Cardona, hacia las 11,30 de la mañana. En segundo lugar el H. José Solé Maimó, media hora más tarde. En tercer lugar, al P. Superior Mateo Casals, hacia las cuatro de la tarde. Por último, al atardecer al P.  Puig y al H. Clavería. Por la tarde se encontraron los seis  en la cárcel, donde ya había nueve presos, un Escolapio y laicos.

Los Misioneros Claretianos llevaron vida de comunidad en la misma cárcel. Allí practicaban sus actos piadosos y devociones, entre ellas el Santo Rosario e, incluso, los santos Ejercicios Espirituales, dirigidos por el P. Mateo Casals. Estaban animados. Como se ve el director de la cárcel, D. Víctor Uriel dispensaba a los encarcelados un trato benigno, que ciertamente no sería del agrado de los Comités.

A principios de septiembre el Director había hecho gestiones ante la Dirección General de Prisiones, el jefe superior de policía de Barcelona y el consejero de seguridad, Esteve sin éxito. Además fue advertido con cierta antelación de lo que iba a suceder, como se deduce de sus órdenes al carcelero: si te piden las llaves, dáselas.

La saca. El día 4 de septiembre de 1936 cayó Irún en manos de las tropas nacionales y hubo cambio de gobierno en Madrid, Francisco Largo Caballero ocupó la presidencia del gabinete, que emanó nuevas disposiciones persecutorias. A las 11,45 de la noche, una patrulla de anarquistas, guiada por un matón, que  gritaba ¡MuchachosEs hora de ponernos a trabajar y con una orden firmada por el director general de Seguridad, Esteve, se presentó al director de la cárcel exigiendo las llaves, o sea la entrega indiscriminada de todos los presos. Por esos papeles auténticos, exhibidos al Director, hay que excluir que fueran unos incontroladosAdemás llevaban orden del Comité revolucionario local. Todo fue premeditado. Sacaron a cuatro y los subieron a un auto, Así otras tres veces más, pero en la cuarta solamente a tres.

A las 15 víctimas las condujeron en autos a cuatro sitios diferentes y los asesinaron a eso de las 5 de la madrugada del día 5 de septiembre. Según oyeron algunos, las víctimas murieron gritando ¡Viva Cristo Rey! En total fueron siete requetés[3], un P. Escolapio y seis Misioneros Claretianos. El P. Casals fue sepultado en el cementerio de S. Quirico.  El H. Cardona en la fosa judicial de Sabadell. El P. Puig con los HH. Clavería, Rafí y Solé en la fosa del cementerio de Tarrasa.

Como se ha dicho antes, estas patrullas tenían un modo de asesinar o modus operandi poco original y bastante silvano. Ellos se ayudaban de coñac, disparaban todos a la vez hacia la cabeza y el tórax de las víctimas y se iban.

Al día siguiente fueron los familiares a atender a sus parientes y encontraron la cárcel vacía.

[1] Federación local de Sindicatos, Sindicato de empleados y técnicos, Confederación Nacional del Trabajo (CNT), Federación Anarquista Ibérica (FAI), Unión General de Trabajadores (UGT), Partido Comunista (PCE), Partido Socialista unificado de Cataluña (PSUC), Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), Ateneo Sindicalista y partidos Democráticos Republicanos.

[2] Pertenecía a la comunidad de Cervera, y, estando de paso en Barcelona entonces, se acogió a esta creyendo que podría pasar desapercibido y así salvar la vida.

[3] Un laico logró escapar mientras disparaban.

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