Las penas que pase don Felipe mañana, viernes 17 de agosto, en Barcelona él mismo y sus partidarios se las han buscado. Son la consecuencia lógica de llevar dos siglos arrastrando el título de Rey por el fango. Entiendo perfectamente a quienes consideran intolerables los abucheos y confieso que fastidia ver a los cafres nacionalistas insultando a toda España en la persona que actualmente ostenta la jefatura del estado. Pero, desengañémonos: con o sin Felipe, los forofos  de la secta antiespañola van a seguir insultándonos igual. Nos insultarían menos si al frente de España hubiera un rey de verdad y no un funcionario a quien la constitución española define como “irresponsable”.

Los carlistas siempre hemos estado en primera línea frente a los separatistas y ahí seguiremos estando. Alto y claro decimos que los insultos y las salidas de tono no nos parecen ni de buena educación, ni de buen gusto cuando de lo que se trata es de honrar la memoria de los asesinados por el terror islámico en las Ramblas. Pero, dicho esto, no necesitamos salir a defender a un falso rey de los abucheos para luchar contra los abucheadores. No podemos admitir que, en ese río revuelto, se nos confunda con los constitucionalistas que son quienes nos han llevado a la situación actual.