TODA LA VERDAD SOBRE LAS LEYES DE IDEOLOGÍA DE GÉNERO.
Aquel día, Mariano Ruiz, presidente del gobierno de Raristán, entró nervioso en el despacho que tenía al junto a su dormitorio y rebuscó por todas partes, no encontraba lo que buscaba, hasta que Mª Teresa, su mujer, entró y le preguntó,
-¿Qué buscas Mariano?
-El libro de familia, que no sé dónde está hoy.
La verdad es que Mariano Ruiz, siempre había sido muy despistado, pero últimamente, estaba que no daba una, Mª Teresa, se fue directa al escritorio, abrió uno de sus cajoncitos, sacó el libro de familia y dándoselo a Mariano le dijo:
-Está, donde siempre ha estado, en el cajoncito del escritorio, toma.
-Ah, si es verdad.
Lo abrió y leyendo dentro, gritó:
-¡Fernandooooo! ¡Fernandooooo!
-Pero, Mariano ¿para llamar a Fernando tienes que coger el libro de familia?
-Sí, es que no me acordaba de su nombre.
-Uy, Mariano, ¡cómo estás!, ¡cada día peor!, y tu otro hijo, ¿te acuerdas como se llama o tampoco?
-Sí del otro no me puedo olvidar, se llama Cucufate, por decisión de tu madre, por eso no me olvido.
-¡Rencoroso!
Mariano, haciendo un mohín preguntó:
-¿Viene o no viene Fernando?
-No va a venir, Mariano, está estudiando en Londres desde principio de curso. Tampoco de acuerdas de eso ¿verdad?
-Ah, sí es verdad, es que últimamente estoy un tanto despistado, y eso me preocupa. Me está afectando en mi carrera política. Ayer por ejemplo, envié, por su cumpleaños, a la presidente del Tribunal de Cuentas una caja de puros, creyendo que era Manolo Crespo, pero resulta que la presidente es Julia Montero, a la que hace seis meses que se le detectó un cáncer de pulmón. Fue una metedura de pata de las gordas. Me contestó que, desde que la bautizaron se llama Julia y no Manolo y que en su vida ha fumado un puro.
-Bueno y ¿para qué llamabas a Fernando?
-Para nada, porque si está en Londres está claro que anoche no hablé con él como yo creía. Y ahora que me acuerdo, hablé con Pedro Picapiedra, y fue en el Congreso. No sé por qué lo he confundido con Fernandito. El caso es que quería hablar muy seriamente conmigo y esta tarde vamos a hablar. No sé de qué la verdad.
Pasó toda la mañana y cuando llegó la tarde, Mariano, seguía recordando la cita con Pedro Picapiedra. Y allí, en la sede del Congreso, se vieron a puerta cerrada.
-Pues tú dirás querido Pedro. -Dijo Mariano muy risueño.
-Vamos a ver Mariano, voy a ser sincero contigo. Tú eres el presidente del gobierno y yo el jefe de la oposición, y se me hace muy difícil mi trabajo si tú legislas de acuerdo a los deseos de los que me apoyan porque así, no hay forma de hacer oposición.
-No sé a qué te refieres.
-Pues a todo Mariano, a todo, vosotros sois la derecha y debéis gobernar conforme se supone que gobierna la derecha.
-¡¿Que nosotros somos la derecha?!, -respondió Mariano muy sorprendido-
¡pero si yo creí que la derecha eráis vosotros!
-Pero ¿qué dices? ¡No me ofendas!
-No, de verdad, como vi cómo gobernaba Botero, tú ya sabes, tu antecesor en el partido. ¿No te acuerdas de los recortes sociales que hizo y de los rescates a los bancos? Pues desde entonces creí que vosotros erais la derecha.
-Por Dios Mariano, estás tonto. Eso fue imposición de Doña Arcángela. Y perdona por lo de tonto.
-No te preocupes, ya estoy acostumbrado. Pero, dime: entonces, ¿Yo soy de derechas?
-Bueno, ya sabes, teóricamente vosotros sois la derecha del sistema y nosotros la izquierda. Después, pues ya se sabe… Pero no podemos perder las apariencias, porque si no, la ciudadanía de Raristán se nos despista y votan a los perros-clarinete y se nos va todo al traste.
-Ya, sí, tienes razón, pero es que el despistado era yo. Mira tú que mandé a Cristina Lapuente hacer la ley anti discriminación del Lobby Sopa de Letras para parecer más de izquierdas todavía…
-¡Toma!, y lo has conseguido, ¡lo has conseguido! Y a nosotros nos dejas en evidencia. Ahora ¿que podemos hacer nosotros para estar más a la izquierda? ¿eh?.
-Pues mira, te lo voy a poner fácil. Puedes hacer la ley que yo tenía pensada para ser más de izquierda todavía, poner un impuesto por parir un hijo, impuesto que pagaría el padre, no la madre, para que no nos protesten las femen.
-No, las femen, verán con gusto que el impuesto lo paguen las madres, por traidoras. No te creas, que no es mala idea. Me lo pensaré.
-No, si ya te digo, Pedro, yo puesto a legislar de izquierda, me pongo y no paro.
-Tendría que ficharte para mi partido pero, la verdad es que me terminarías quitando el puesto. Y eso no. Y en cuanto a la ley anti discriminación del Lobby Sopa de Letras, te la puedes quedar como de derecha, porque a nosotros, los musulmanes, que cada vez son más, nos están presionando para que abandonemos a esos… no sé como llamarlos…
-Bah, no te preocupes, que aquí no nos oye nadie.
-Bueno da igual, dentro de poco la protección de ese colectivo será cosa únicamente de derecha. Nosotros sacaremos más votos de los musulmanes que no los pueden ni ver y además, se reproducen con mucha facilidad. Al final, terminaremos persiguiéndolos.
-¿Lo ves?, si al final no soy tan de izquierda como parece, soy un visionario, un adelantado a mi tiempo. No hay nada tan de derecha como el Lobby Sopa de Letras.
Y Mariano se fue riendo a su casa dando un paseo y a la que llegó doce horas después, porque se equivocó y se fue al teatro de la ópera, creyendo que aquel día representaban Rigoletto. Pero le extrañó que no hubiera nadie y que las taquillas estuvieran cerradas.
Al final, se acordó que a él no le gusta la ópera y cayó en la cuenta de su despiste, pero no le importó, porque aquél día estaba feliz, descubrió que era de derechas y se le estaban ocurriendo muchas leyes que hacer.