Todo de plástico: del dinero a la vida.
Un paso más al estatismo y la globalización.
La gobernanza del mundo
por José Fermín Garralda
Aprovechando la pandemia, el PSOE quiere acabar con el dinero efectivo. Así, el 24 de abril registró en el Congreso de los diputados una proposición no de Ley para eliminar el pago en efectivo por bienes y servicios, rebajar el límite de este pago desde los 2.500 a los 1.000 euros, y los “sellos de excelencia” (esto último, según nos enteramos recientemente, como en China). De hecho, la retirada de dinero cayó en los primeros días de abril hasta el 80%. España no sería el único caso, porque otros países han recorrido su propio camino para suprimir billetes y monedas, por ejemplo Suecia, Noruega y Canadá. ¿Llegará la moda “progre” a los Estados Unidos de Norteamérica?
El principal objetivo según el Gobierno sería evitar infecciones del coronavirus. Pero no, este es el pretexto y punto de arranque. Ahora dicen que suprimiendo el uso del dinero, y manteniéndolo tan sólo como unidad de cuenta, evitaremos el dinero negro y la economía sumergida durante lo que llaman “desescalada” (palabra talismán, como si hubiéramos escalado heroicamente montañas). El tema fiscal parece inquietarles mucho.

Se sabe que el dinero negro en Italia y España etc., fruto de la economía sumergida, es más del 20% del PIB. En España, el PIB -datos declarados- fue de 1’3 billones de euros en 2019. De ahí se deduce que la cantidad de dinero negro es una barbaridad, un dinero libre de impuestos. ¿La culpa de esta falta de ingresos al Estado vía impositiva es de la economía sumergida? Muchos economistas afirman que la culpa la tienen los excesivos impuestos de un Estado que crece, todo lo abarca y absorbe, ofrece servicios de poca calidad, malgasta sin control, y encima -añadimos- está dirigido por individuos que caen en la corrupción.
Es coherente plantear que controlando el origen del dinero se evitará el dinero negro, pero no cantemos victoria, porque la picardía y creatividad de los que buscan su propio bien asocialmente y además burlan los excesos del Estado, buscará otras vías. Cualquiera que tenga dinero negro por su origen, puede ingresarlo en una cuenta siempre que no sea tanto como las cantidades que roban muchos políticos -es una ironía-.
Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) cree que eliminar el pago en efectivo pensando en un largo plazo, es «desproporcionado», por perjudicar a minoristas y colectivos vulnerables. La pena en esto es que, lo afirmado por el BCE, no es vinculante para los Estados miembros de la Eurozona.
Sea lo que fuere, creo que podemos ver más. El hecho es que van a obligar a todos a ingresar el dinero en los Bancos, porque si no no podremos hacer los pagos. No podremos tener el dinero debajo del colchón -es una gran pena- o en un lugar más seguro, porque no podremos utilizarlo. ¡Vivan los bancos, que, siendo un negocio particular, el Gobierno los convierte en necesarios!
Pero, a lo que vamos, tranquilos, señores capitalistas -y ojo, que no es malo ser accionista de un banco-, no canten victoria, que pronto el Estado tendrá un Banco propio. Se está obligando a tenerlo, al obligarnos a llevar el dinero a los Bancos… privados. Ese Banco del Estado será un peligroso y frenético competidor de la Banca privada. Y, al final, todos pasaremos por el Banco Público.
Sea Banco del Estado o no, “el jefe” siempre sabrá qué ingresamos, qué gastamos y en qué. Y, con eso, sabrá cómo somos. Al eliminar el dinero efectivo, el control sobre las personas es total. Será entonces muy fácil saber de lo que dispone uno, e, incluso, podrán bloquear su vida con solo pulsar una tecla. Como con las multas, en las que no caben deudas.
Esto es lo que pretenden con ocasión de la pandemia: más mundialismo -“gobernanza” dicen- y control.
Se dice que el dinero no tiene amigos. Pero sabemos que hoy, el nuestro, tiene pero que muchos amigos.