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Votar o rascar

(Por Javier Garisoain) –

Esta es mi aportación al debate de si hay que votar, o abstenerse o qué con el fin de denunciar un sistema electoral que es una engañifa: lo que hay que hacer es no dar importancia a la cuestión. Creo que no merece la pena acalorarse. Abogar por una abstención activa, por ejemplo, haciendo campaña de la misma como si fuera la única opción válida para un verdadero antisistema no me parece la forma más adecuada de desacreditar la gran mentira de la democracia porque supone en cierto modo sobrevalorar la intrascendencia ínfima del voto tal como está planteado en el sistema actual.

La realidad es que influimos más en la marcha del mundo cuando decidimos nuestras compras, por ejemplo, que al votar en el sistema partitocrático. Somos infinitamente más decisivos en la configuración de la realidad que nos rodea eligiendo amistades, aficiones, profesión, vecindad, proveedores o estado que yendo a votar cumplidamente en cada paripé electoral.

El sistema político al que estamos sometidos es una tiranía cuatrienal. Cada cuatro años existe la posibilidad de cambiar de tirano y nos han acostumbrado a que veamos eso como una ventaja. Como si dos o tres tiranías turnantes, pretendidamente legitimadas por las papeletas del 51% del censo, fueran más deseables que una dictadura impuesta directamente por la fuerza. Yo desde luego preferiría tener un dictador odioso, sobrevenido y conocido, impuesto por las circunstancias, que uno de estos igualmente opresivos que presumen de dictadura porque eso es “lo que nos hemos dado los españoles”. ¿Para qué otra cosa sirven las elecciones sino para legitimar al partido triunfante? Si fuéramos capaces de abstraernos de la omnipresente propaganda electoral que alimenta esta tramoya; si viéramos las elecciones como quien oye llover o -como quien tose- viviríamos más felices, y centrados en las cosas que de verdad importan.

Por ello… ¿Que un día te apetece votar? No pasa nada. Hazlo como quien espanta una mosca. Dedica tus energías a todas aquellas otras cosas que te hacen un hombre libre. Vota si quieres, como quien se rasca, o no votes, sin darle la más mínima importancia. Pero centra tus acciones serias (o tus mismas discusiones de bar), en esas cosas que se quedarán sin hacer si no las haces tú.

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