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31 de julio de 2024 0

Y dale con el “franquismo”: mejor sin esos libros

(Por José Fermín Garralda)-

¿Cuál es hoy el mejor libro de texto para el alumno?: el que él mismo elabora tomando buenos apuntes en clase y con otros trabajos. Ello estimulará una actividad -intelecto y voluntad- que hoy resulta necesaria, y animará a los profesores a arrinconar ciertos libros de Historia 4º ESO, por ejemplo de las editoriales Edelvives (E), Vicens Vives (VV) y SM de 2023.

Ya dijimos que estos libros -parecen escritos por la misma mano- interpretan, hacen propaganda, adoctrinan sobre el pasado (v. gr. 1931 a 1975), y subordinan la verdad y al alumno al negocio.

Que el PSOE y aliados ataquen al llamado “franquismo” por dictatorial y totalitario, oculta el firme propósito que ellos tuvieron de imitar a Lenin y Stalin –y no se les dejó-, y su propósito de hoy de llevarnos a la dictadura comunista venezolana. Utilizan la historia, y demonizan al generalísimo Franco para  desviar la atención de ellos, y que pensemos: ¿pero quién podrá hacer lo que tanto critica?

Las tres editoriales mencionadas ignoran la enorme variedad de dictaduras –ideológicas, de emergencia y pasajeras-, y la diferencia esencial entre el autoritarismo (Primo de Rivera, Salazar, Franco…), y el totalitarismo (Lenin, Mussolini, Stalin, Hitler, Largo Caballero, Carrillo, Kruschev, la China de Mao hasta hoy…).

Los españoles no pudieron elegir entre la Revolución estalinista y el recurso a las armas, pues aquella trajo éste. El primer “franquismo” fue la salida a una guerra dolorosísima, algo  pasajero (6 años), yendo Serrano Súñer a Italia a aprender la organización de su Estado. Pronto su plan y él mismo cayeron en desgracia. Tras 1942, los cambios desde dentro del Régimen serán paulatinos, una autolimitación del poder político, y serán mucho mayores que los señalados en dichos libros.

Los libros siguen un criterio de clase y dominio capitalista, cuando se una forma enrarecida hacen simpatizar con la sublevación (E 166) y luego en apoyo del franquismo (VV p. 144, 180, SM 229), a la aristocracia y alta burguesía (pero fueron bien pocos), los partidos de derecha (diluidos en varias clases sociales), los mandos militares (la parte menor durante la guerra, en cualquier caso interclasistas), la Iglesia (de la persecución religiosa y el catolicismo sociológico de los españoles), la clase media agraria y parte de la urbana. ¿Por qué se olvidan de las clases no propietarias del campo y ciudades, de los fieles católicos (interclasistas), de los intelectuales… no revolucionarios?

Otra cosa; no fue suficiente para ser fascismo reunir a los españoles falangistas, monárquicos, carlistas, católicos, conservadores (E 210, SM 229, Anaya 119), bajo un mando político-militar y el Movimiento Nacional como partido único, porque los carlistas en general se opusieron, no hubo teóricos hegelianos, el mando único no surgió de un dinamismo socialista sino de la prudencia de evitar la división interna en la guerra y postguerra, aquellos no fueron utilizados como una mera ocasión de un proyecto idealista, el poder no fue totalitario, se subordinó a la verdad teológica, y el patriotismo español no era propiamente nacionalista.

Más aún, que la Iglesia, el Ejército, y la Falange apoyasen del Régimen (SM p. 229), no los convierte en superestructuras, como tales de dominio, ajenas a la realidad social, impositivas y férreas, adoctrinadoras. ¿Por qué?  1º) Porque fueron interclasistas. 2º) La Iglesia era admitida por la mayoría social, era transversal a  todos los ámbitos, y a todos sobrepasaba. 3º) La Iglesia –con independencia del régimen- se centró en apoyar el segundo Principio fundamental del 17-V-1958:”La nación española considera como timbre de honor el acatamiento de la ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera, y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación”.  4º) El Ejército era un poder del Estado como en 1931. 5º) Respecto a la doctrina de la Falange, era muy amplia, en ella los trabajadores no especializados eran uno de los agentes principales del desarrollo humano y económico de la nación, y se vieron muy favorecidos. Con el tiempo aquella fue desplazada. 6º) Hubo muchas instituciones libres, católicas no clericales y sociales. 7º) Respetar la gran propiedad y los sectores acomodados no significaba que fuesen “dominantes” (E 166, VV 180), y el Régimen se ganó a la generalidad social con los hechos. 8º) Muchos aspectos de la vida ordinaria quedaban libres del Estado. ¿Son esto superestructuras en clave marxista?

Las tres editoriales mienten cuando ocultan el enorme apoyo social que recibió  Francisco Franco como jefe de Estado y las políticas desarrolladas. Cuando éste llenaba de aclamaciones pueblos, ciudades y grandes capitales, no lo hacía imitando al comunismo manipulador. Ni le perdonan que muriese en la cama de un hospital de la Seguridad Social, ni el multitudinario último adiós de todas las clases del pueblo.

Que recuerden quién terminó la guerra, dio a España 36 años de progreso y paz, y cómo el pueblo español sabe ser agradecido. El libro de Anaya habla de la “mayoría silenciosa formada por la clase media y por obreros apolíticos que aceptaron la falta de libertades a cambio de cierto nivel de bienestar” (p. 119). Pues digamos que no fue silenciosa. Más, si en esa época hubo libertades aunque no todas, hoy dicen que las hay para todo –incluido todo lo perverso- mientras el BOE arrasa derechos fundamentales, y estos y otros muchos se anulan en la realidad. Este colosal engaño está en los 3 libros.

Si el comunismo arruina y esclaviza a los pueblos, entonces España llegó a ser la 8ª potencia económica mundial, un gigantesco desarrollo material, sanitario y cultural que hizo dar un vuelco a la vida de todos.

José Fermín Garralda

Publicado en “Siempre P’alante. Unidad Católica de España” nº 32, p. 14

 

 

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