¿Yanquis go Home?
Por Javier Garisoain
Los ambientes más conservadores -esos del “Virgencita, que me quede como estoy”- andan preocupados ante la posibilidad de que el Tío Sam decida trasladar a Marruecos las bases militares que tiene en suelo español. Temen que el alejamiendo del gran policía global pueda favorecer o acelerar la instauración en Madrid de un régimen bolivariano.
¿De verdad que no tenemos más remedio para vivir en paz que seguir bajo la bota colonial? USA, quien quiera que sea el que se esconde detrás de esa marca -que no es Trump-, lleva muchas décadas mangoneando en las cosas de todos los países hispanos, incluidas las de esta España ibérica nuestra. O sea, que ya somos Venezuela.
USA es una estructura plutocrática que se mueve al compás de las ideologías, no es ningún apoyo seguro. Recuerden que fue USA quien pilotó en gran medida la Transición, con golpes de timón a su estilo como el asesinato de Carrero o el Montejurra 76. Fue USA la que creció con el robo y la invasión en Norteamérica, en el Caribe y en Filipinas. Es USA la que considera a México su patio trasero.
Esa cosa llamada USA -que, insisto, no es Trump precisamente- es lo que nos ha convertido a todos los hispanos en repúblicas bananeras. “Creen que la vida es incendio, que el progreso es erupción, que en donde ponen la bala el porvenir ponen… ¡no!”. Tenía razón Rubén Darío cuando alentaba con sus versos a los “cachorros del león español”. Tenemos que liberarnos de los fanáticos de izquierda, claro que sí, pero sin olvidar que tienen razón -y por ello triunfan- cuando claman contra el imperialismo yanqui.
2 comentarios en “¿Yanquis go Home?”
Jm
Me gusta
Luís B. de PortoCavallo
Si el disfrute de honores, preeminencias, riquezas, satisfacciones temporales constituyera, simplemente, la gloria de los monarcas, no habría diferencia alguna entre católicos y herejes, buenos reyes y malos reyes, pues cuando el Señor reparte, sin distinción, magníficos bienes sobre unos, y otros, declara ya la poca estimación que de tales bienes debemos tener nosotros; porque el fin del buen rey no debe concretarse en la riqueza, ni en la honra, ni en la gloria, ni en ninguna otra cosa de las que Dios concede, lo mismo a los príncipes justos que a los gobernantes depravados, sino que «su fin y su premio verdadero debe ser el mismo Dios, y aquella bienaventurada eternidad que esperamos los cristianos, la cual con tanta abundancia se comunicará a los buenos reyes, cuando ellos, más que otros, representan y sirven al Rey de los Reyes».
Ya lo advertía el P. Pedro Rivadeneyra, en su Tratado de la Religión y Virtudes que deve tener el Príncipe Christiano para governar y conservar sus Estados. Contra lo que Nicolás Machiavelo y los Políticos deste tiempo enseñan; en la emprenta de P. Madrigal, a costa de Juan de Montoya; Madrid, 1595; cap. XI).